El fotógrafo, en su empeño por transformar la nada, se servía del color, la perspectiva y las formas. Entonces, a veces, construía universos que no eran reales pero podrían serlo y los poblaba con gentes que no existían pero que podrían existir, y es que él, a fin de cuentas, no era sino alguien que sabía escribir en la luz.
- Imagen tomada en el Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba.
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