Teresa vagaba por los interminables pasillos como vagan los fantasmas por sus castillos, dueños de ellos, condenados a vivir siempre allí. ¿De dónde venía?, de otra casa -imaginábamos-, también llena de pasillos, de un extraño lugar habitado por fantasmas que se cruzaban sin hablarse, con una sonrisa enigmática, desconcertante, en los labios.
Soledad Puértolas – Cielo nocturno
- Estaba solo cuando hice esta fotografía y tengo que reconocer que tuve una sensación vaga de miedo. La casa, en su soledad en un paraje inhóspito, estaba abandonada desde hacía mucho tiempo y sentí que varios escalofríos recorrían mi espalda.
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GUAPA FOTO. UN ENCUADRE PRECIOSO