'El violín de Ingres', de Man Ray fue realizada en 1924 y publicada en la revista 'Littérature' que dirigía André Breton
Inspirándose en los estudios de desnudos del pintor neoclásico francés Jean-Auguste Dominique Ingres (1780-1867), de esteticismo sublime, la modelo adopta la misma pose que las del artista clásico, aunque incorpora el chal que Man Ray le pidió usase a modo de turbante para envolver su cabeza.
En esta obra, el creador estadounidense empleó varias técnicas diferentes, la pintura, la rayografía y la re-fotografía de otros negativos e impresiones existentes, retocando a mano, sobre la espalda de Kiki, las aperturas en forma de “f” que se hacen para favorecer su acústica, un toque inquisitivo para proyectar una metáfora sobre su cuerpo como instrumento que hace tañer el carnal deseo.
Récord
De ser vendida por el precio estimado, superaría el récord actual en fotografía, que ostenta 'Phantom', de Peter Lik, adquirida por 5,5 millones de euros
Además de posar para Man Ray, de quien fue musa y amante, Alice Prin (que ese era el verdadero nombre de Kiki), también inspiró a otros artistas que la eligieron como modelo, además de compartir relaciones sentimentales con una pléyade de surrealistas, a cuyo movimiento pertenece por derecho propio por protagonizar algunas de sus composiciones más sobresalientes y ser el paradigma de la libertad de la sociedad parisina en el primer tercio del siglo XX.
Man Ray, artista visual estadounidense que desarrolló su carrera en París
Tras una infancia miserable, Kiki (1901-1953) se trasladó a París, donde inició su carrera como modelo a los catorce años. Mientras vagaba por los cafetuchos de la capital francesa, sobreviviendo con todo tipo de desgracias a sus espaldas, hizo amistad con artistas como Modigliani, Jean Cocteau, Robert Desnos, Soutine, Foujita y el propio Man Ray, para quienes posó como modelo.
Amor imposible
La relación de Kiki con Man Ray dejó una estela de imágenes inolvidables y un amor profundo no siempre correspondido
La relación que mantuvo con Man Ray dejó una estela de imágenes inolvidables y un amor profundo no siempre correspondido que se reflejaba en algunas de sus dolientes misivas: “Siento un dolor en el corazón al pensar que esta noche estarás solo en tu cama, te quiero demasiado, sería bueno que te amara menos porque no estás hecho para ser amado, eres demasiado tranquilo. A veces tengo que suplicarte por una caricia, por un poquito de amor”. En sus últimos años, Kiki continuó malviviendo echando las cartas a todos los turistas que visitaban Montparnasse y las callejuelas del París donde nacieron las vanguardias.
Comentarios
Thank
Genial
Muy bueno, aunque no deja de ser una anecdota más de este mundo que está loco, loco, loco.
Muchas gracias
Gracias Natalia
Thank
Genial. Gracias
Muchas gracias Natalia.